Vivimos en un país en el que constantemente escuchamos hablar de “la grieta”, un término con el que se describe una ruptura con dos posiciones (relativamente) antagónicas, que se hallan de un lado o del otro de la misma. Muchos limitan este concepto al ámbito político, pero en esta nota lo vamos a usar para otro tema que, por lo general, no tiene un término medio: los videojuegos.
Ya sea en el teléfono, en la casa o en el bolso de mano, todos los que encontramos en ellos una distracción, una fuente de diversión o simplemente un escape de la rutina diaria para convertirte en el mejor cazador elfo que existió en la Edad Media, sabemos disfrutarlos sin cuestionarlos, e incluso ansiamos tener un día libre, o quizás tan solo un rato, para poder disfrutarlos irrestrictamente. Gracias a ellos, por ejemplo, hacer la fila del supermercado en horas pico, un viaje largo en transporte público, esperar a que lleguen tus amigos para la previa… ¡o incluso la misma previa!, son mucho más entretenidas.
Pero como siempre, para toda tesis, existe una antítesis: los haters que nos dicen que los videojuegos son infantiles, que somos unos inmaduros, y que prefieren gastar su tiempo y plata en cosas más productivas… y sí, muchos de esos están en el nivel 852 del Candy Crush y se conocen todos los atajos del famoso Super Mario Bros, pero dejémoslos ser, ellos se lo pierden.
En la actualidad, hay videojuegos para todos los gustos, contando el mercado con consolas de gran potencia, como la PlayStation 4 PRO o la XBOX One X, otras que apuntan a la jugabilidad y transportabilidad como la Nintendo Switch, la siempre versátil, completa y poderosísima PC, las que no son de la última generación pero que tienen un increíble catálogo de juegos, que van desde el clásico Atari VCS, pasando entre otras por la Super Nintendo, Sega Dreamcast, PlayStation 1, hasta la XBOX 360, o lo exclusivamente portátil, categoría en la que podemos incluir a la PlayStation VITA, Nintendo 3DS, y por supuesto, nuestros infaltables compañeros, los teléfonos celulares.
Cabe aclarar que incluso dentro del grupo de los “gamers” existe una división, que gira en torno a la preferencia por algún tipo de juego, su calidad gráfica, quién lo desarrolló o qué dispositivo se usa, generándose apodos como “niño rata”, “fanboy” o “newbie”, por mencionar algunos…
No pretendo agotar en esta nota todo lo que hay para decir, sino simplemente realizar una brevísima y genérica introducción al tema, que ojalá sea la primera de muchas notas al respecto, pero no me voy sin una pequeña reflexión: vivan y dejen vivir, pero en este tema, y por sobre todas las cosas, ¡diviértanse! Por lo pronto, yo voy a seguir subiendo de nivel, ¡así al fin me entra esa tan ansiada armadura de dragón!