¿Se acuerdan que hace unos días presentábamos a los candidatos de los “Game Awards 2017” a Juego del Año? Bueno, finalmente llegó la tan ansiada gala y además de revelar quién fue el gran ganador, vamos a contarles un poquito más sobre los otros premiados. Pero ahora, sin más preámbulos, es un placer presentarles al GOTY (Juego del Año por sus siglas en inglés): The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
Si nunca tuviste la oportunidad de deleitarte con uno de los juegos de la saga, deberías intentarlo. Tenés 18 opciones en 10 consolas distintas; todas centran su historia en una premisa básica, que por supuesto, varía en circunstancias de tiempo, modo y jugabilidad: la princesa Zelda es tomada prisionera por el malvado Ganondorf, iniciando nuestro personaje, Link, una aventura por el Reino de Hyrule para rescatarla y desentrañar los motivos por los cuales la princesa fue secuestrada en primer lugar, valiéndose para ello de distintos objetos que al ir consiguiéndolos permite fortalecer al personaje y avanzar en la trama.
Sin embargo este GOTY, disponible para las consolas Nintendo Wii U y Nintendo Switch, logró reinventar la fórmula y darle un giro inesperado, que al principio hizo dudar a muchos sobre su implementación para que realmente funcione… ¡Y vaya que funcionó! El único momento en el que el juego te limita las posibilidades, es durante aproximadamente la primera hora, en la que Link, el héroe, obtiene los elementos esenciales para poder iniciar su aventura y conocer detalles de la trama. Pero inmediatamente después, ya está habilitado para ir, si así lo quisiera, a luchar la batalla final del juego (aunque lo más probable es que pierdas una infinidad de veces, y no logres el cometido). Esto solo sirve para graficar cuánta libertad de acción tenemos. 1 castillo, 4 bestias divinas, 12 recuerdos, 15 regiones, 120 santuarios y 900 semillas kolog, todo ello distribuido en un mapa de 61 kilómetros cuadrados, y sin un orden de prelación ni necesidad de completarlos todos para poder avanzar en la historia.
Montar a caballo, osos o ciervos, darle de comer a perros que te pueden salvar en momentos complicados, resolver los acertijos de Nyel, quien con canciones nos hace descubrir el modo de habilitar nuevos santuarios, buscar el récord mundial de paravela, subir a las montañas más altas, y después surfear sobre tu escudo para bajarlas, tirarle objetos de hierro a los enemigos usando el módulo de magnetismo de tu tableta para no enfrentarlos de cerca, hacer tiros de precisión con tu arco, usar la energía cinética de una piedra para trasladarte de un punto a otro más rápido (con el riesgo que eso trae aparejado), sacar cofres hundidos en el agua creando un bloque de hielo, recorrer un bosque encantado, reforzar tu equipo consiguiendo objetos, encontrar las fuentes de las hadas mágicas, volar en una balsa con la ayuda de globos, ingeniar soluciones alternativas a los santuarios, y así podría seguir muchos renglones más describiendo todo lo que se puede hacer con total libertad, tanta que, cuando te das cuenta ya llevás más de 20 horas de juego sin haber completado ninguna misión principal, y la pobre Zelda te sigue esperando en el castillo…
Que conste que no es la típica historia estereotipada de la princesa indefensa y el héroe que busca rescatarla para conseguir su amor; no voy a spoilear nada para quienes quieran jugarlo, pero hay una trama más fuerte y oscura que se inició 100 años antes de que comience el juego y cuyo último DLC la profundiza más aún, revelando aspectos que nos hacen entender mejor muchas cosas.
Por todo lo dicho, esta joya de la industria de los videojuegos es IMPERDIBLE para cualquiera que valore la experiencia integral por sobre un desarrollador, género o estilo. A mi humilde criterio, merecídisimo juego del año, destacando que también obtuvo el premio a mejor dirección y mejor juego de acción/aventura.
Otros grandes ganadores fueron Cuphead, un juego de plataformas en 2D desarrollado por un estudio independiente con gráficos inspirados en las caricaturas de los años ‘30 y reconocido por su gran dificultad y batallas épicas con jefes, que se llevó tres galardones (dirección artística, juego independiente y debut indie); Overwatch, que fue el GOTY 2016 y continúa rompiéndola (juego en actualización constante y juego de esports) y los vencedores en cada categoría: Metroid: Samus Returns (portátil), Resident Evil 7 (realidad virtual), Wolfenstein II: The New Colosus (acción), Persona 5 (rol), Injustice 2 (lucha), Super Mario Odyssey (familiar), Mario + Rabbids Kingdom Battle (estrategia), Forza 7 Motorsport (deportes) y PlayerUnkown´s Battlegrounds (multijugador).
Párrafo aparte merece un premio elegido exclusivamente por los fans y que es producto del hype generado por algún juego ya anunciado para el próximo año: el más esperado. En este caso, el vencedor fue The Last of Us 2, desarrollado por Naughty Dog en exclusiva para consolas Sony, cuya primera parte nos voló la cabeza mientras vivíamos la historia de Joel y Ellie a través de un mundo postapocalíptico y desde el minuto 1 ya nos tenía boquiabiertos (créanme que no estoy exagerando). Una nota de color, es que el compositor de la banda sonora es nuestro compatriota Gustavo Santaolalla (el mismo que ganó 2 premios Oscar) y por el que fue acreedor de numerosos galardones por su composición para este juego. Como pasaron más de 4 años desde su lanzamiento, ya de por sí era muy anhelado por los fans y fue anunciado oficialmente en la PlayStation Experience, lo que desató una euforia increíble. Y si piensan que estoy dramatizando, ¡mírenlo ustedes mismos!
Y de este modo culminaron las premiaciones a los videojuegos de este año y uno no puede evitar sentirse un poco ansioso por lo que nos espera. 2017 se ve difícil de superar, pero constantemente la industria nos sorprende. Así que 2018, ¡bring it on!