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El ministro de Salud de Brasil, Marcelo Queiroga, reconoció ayer retrasos en la vacunación y advirtió que “si todos” buscan una definición judicial para lograr ser inmunizados “no hay dosis para todos”, justo antes de que el ente regulador del país no autorizara por ahora la importación de la vacuna rusa Sputnik V, en medio de denuncias de presión de Estados Unidos.

Después de varios retrasos, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), la Anmat brasileña, decidió ayer no autorizar la importación de la vacuna rusa Sputnik V “hasta que sean presentados datos para responder a las fallas identificadas”, pese a que este inoculante ya fue aprobado para su uso en 61 países, entre ellos en Argentina, y su efectividad de más del 90% para evitar una infección con síntomas fue publicada en la respetada revista científica The Lancet.

La importación era demandada por el llamado Consorcio Nordeste, que aglutina a nueve estados de esa región brasileña, y que fue el primero en repudiar la decisión: “Frente a esta pandemia, no podemos permitir que trabas burocráticas perjudiquen el acceso de la población a una vacuna que ha probado su eficacia, seguridad y garantía real de disponibilidad”, sentenció en un comunicado.

Marcelo Queiroga, Ministro de Salud de Brasil

En Argentina, donde representa la vacuna más administrada, la inmunización con Sputnik V ya demostró que los casos de infección posterior fueron mínimos -0,27%- y, entre ellos, los graves fueron apenas un puñado.

El mes pasado, la cuenta de Twitter de la Sputnik V había acusado al Gobierno estadounidense de estar presionando al Estado brasileño para no aprobar la vacuna rusa, que ya venían reclamando y negociando varios estados, y publicó un extracto del informe anual 2020 del Departamento de Salud.

“La OGA (Oficina de Asuntos Globales) usó sus relaciones diplomáticas en la región de las Américas para mitigar los esfuerzos de Estado, incluyendo a Cuba, Venezuela y Rusia, que están trabajando para aumentar su influencia en la región”, sostenía el texto y ponía como ejemplo: “usar al attaché de la OGA del Departamento de Salud para persuadir a Brasil de rechazar la vacuna rusa contra el Covid-19”.

Además, poco antes de que Anvisa tomara su decisión, la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, un organismo consultivo ligado al Ministerio de Ciencia, había emitido un dictamen favorable respecto de la liberación comercial de la vacuna Sputnik V.

En un comunicado, el ministerio informó que la comisión “aprobó la liberación comercial de la vacuna denominada Gam-Covid-VAC”, después de evaluar documentos complementarios aportados por la empresa União Química, que es el laboratorio autorizado a producir la vacuna en Brasil.

El contexto político alrededor de las vacunas ya era tenso en el país vecino.

El ministro de Salud Queiroga había reconocido ayer que existe problemas con una de las vacunas ya aprobadas y que, a diferencia de la Sputnik V, tiene una efectividad comprobada bastante más baja: CoronaVac.

“Hay una dificultad con esa segunda dosis”, apuntó el ministro durante una presentación en el Senado, en la que explicó que el retraso de la llegada de insumos desde China impide que el Instituto Butantan de San Pablo pueda fabricar nuevas dosis en el ritmo necesario.

El ministro reconoció que la escasez de vacunas (que obligó a paralizar la campaña a varias ciudades) se debe a “una directriz que el Ministerio de Salud dio en marzo”, que autorizó a los estados y municipios a usar las vacunas que guardaban para la segunda dosis como primera dosis, para acelerar la inmunización.

Al responder a preguntas de los senadores, Queiroga también explicó que en las últimas semanas el Gobierno no rebajó los objetivos de inmunización iniciales, sino que retiró del cronograma de vacunas las que fueron rechazadas por Anvisa, como la india Covaxin, de la que se esperaban 20 millones de dosis.

Además, Queiroga criticó la judicialización del operativo de vacunación: “si todos van a la Corte (el Tribunal Supremo) no habrá dosis para todos; no es la judicialización lo que solucionará este problema. Lo que aquí resuelve esto son políticas públicas efectivas, que es lo que hemos intentado poner en práctica en el ministerio”, alertó.

Detalló, según la estatal Agencia Brasil, que su cartera prevé que nuevas dosis de la vacuna CoronaVac sean distribuidas por el Instituto Butantan en 10 días.

“Si respetáramos el Programa Nacional de Inmunizaciones como se acordó en la [reunión] tripartita (Gobierno nacional, estados y municipios), sería mejor”, insistió, y lamentó que “en el esfuerzo por contribuir a la vacunación, a veces hay presión para poner un grupo prioritario u otro”.

Queiroga criticó la polémica por la diferencia entre dosis distribuidas y las efectivamente aplicadas en el país.

Según el ministro, las estadísticas del Ministerio de Salud apuntan a más de 57 millones de dosis distribuidas y alrededor de 37 millones aplicadas, y la diferencia de 20 millones tiene que ver con que están reservadas para una segunda dosis y se mantienen.

telam
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