Las escuelas de Haití, hasta ahora consideradas refugios seguros de la escalada de violencia, son blanco cada vez más frecuentemente de grupos armados, al punto tal que los ataques se multiplicaron por nueve en el último año, alertó el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
La agencia de la ONU reportó ayer que desde el inicio del año escolar, el pasado octubre, 72 escuelas vivieron actos de violencia en su interior -incluyendo secuestros y saqueos- nueve veces más que el año anterior.
De esos 72 ataques, 13 fueron efectuados por grupos armados y terminaron con al menos un estudiante muerto y el secuestro de al menos dos trabajadores de esos centros.
“Al menos 13 escuelas (fueron) atacadas por grupos armados, una de ellas incendiada, un estudiante asesinado, y al menos dos miembros administrativos secuestrados”, según el informe de Unicef, que fue reproducido por la agencia de noticias AFP.
Estos actos de violencia son obra en su inmensa mayoría de las pandillas que operan en Puerto Príncipe, la capital, controlada en un 60% por los grupos armados, según estimaciones de la ONU.
Los pandilleros, lamentó Unicef, no solo se llevan material educativo como pupitres, sillas o pizarras, sino que también roban computadoras o fotocopiadoras, los paneles solares que suministran energía a los colegios, e incluso los alimentos esenciales que suministran las cocinas, como bolsas de arroz o maíz, “vitales para las necesidades nutritivas de los niños de Haití”.
Esta violencia amenaza las posibilidades de los niños de asistir a clases.
Solo en los seis primeros días de febrero, una treintena de escuelas cerraron sus puertas como consecuencia de la violencia urbana en el país y la incapacidad de las fuerzas del orden para proteger las instalaciones; una de cada cuatro están cerradas desde octubre del año pasado.
Esto provocó que los niños pierdan un día y medio de clases por cada semana de enero, lo que se traduce en 36 días sin actividades para cuando termine el ciclo lectivo, a fines de junio.
Además, cuando pueden asistir al colegio lo hacen en medio de un entorno de “extrema violencia” que imposibilita el buen desarrollo de las actividades escolares.
“Un niño que teme ir a la escuela es un niño más en riesgo de ser reclutado por grupos armados”, advirtió el responsable de Unicef para el país, Bruno Maes, quien resaltó que las escuelas del país ya no gozan del estatus de “zona protegida” que tenían antes, sino que pasaron a ser un objetivo más de las pandillas.