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Para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, el National Geographic recomendó viajar a los tres mejores parques nacionales de Latinoamérica. Los mismos, según la revista, se destacan por sus bellos paisajes y su rica biodiversidad, como el Parque Iguazú.

Con una extensión territorial de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, no es raro encontrar en Latinoamérica paisajes naturales llamativos. Muchos de esos sitios destacan por ser grandes reservas de biodiversidad y por ofrecer paisajes impresionantes. Incluso, algunos de ellos se encuentran en parques nacionales.

Desde ríos hasta grandes cataratas y desde densos bosques hasta zonas desérticas, estos parques nacionales de Ecuador, Argentina, Brasil y Chile captan la atención.

En el Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemora el 5 de junio con el objetivo de fomentar la conciencia ambiental y estimular la toma de medidas en favor de la restauración de la Tierra, National Geographic recomendó estos parques nacionales.

Parque nacional Iguazú

Bien conocidas por ser una de las 7 maravillas naturales del mundo, las Cataratas del Iguazú se encuentran entre Argentina y Brasil. Y se pueden visitar ingresando a los parques nacionales a ambos lados de la frontera.

En Argentina, el Parque Nacional Iguazú fue creado en 1934 y declarado Sitio de Patrimonio Mundial por la Unesco en 1984. Comprende más de 67 000 hectáreas donde la selva es dominante. La fauna es variada: 450 especies de aves, mamíferos, reptiles y numerosos peces.

Allí también se puede observar el río Iguazú, de 1500 metros de ancho, y, por supuesto, las imponentes cataratas con numerosos saltos de agua de 80 metros de altura. Existen diferentes maneras de disfrutar de las cataratas. Caminar es, tal vez, la más popular.

El Parque Iguazú ofrece la posibilidad de realizar paseos en bicicleta o excursiones náuticas, que brindan un “contacto íntimo entre selva y río en medio de caudalosos rápidos y estruendosos saltos de agua”.

Parque Nacional Yasuní (Ecuador)

El Parque Nacional Yasuní, en la provincia de Napo, en el norte del Ecuador, resguarda una impresionante biodiversidad en el corazón del bosque húmedo tropical amazónico, describe el Ministerio del Ambiente ecuatoriano. Tiene más de un millón de hectáreas y es el área protegida más grande del Ecuador continental.

Desde 1989 está catalogado como Reserva de la Biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés). Gran parte de su valor radica en que esta es “una de las zonas con mayor diversidad por metro cuadrado del planeta”, asegura el organismo.

Se trata de un paisaje prístino, ya que el 99.73 % de la Reserva de Biosfera está representada por vegetación natural original, de acuerdo con la Unesco.

Además de las más de 2000 especies de árboles y arbustos, quienes llegan al lugar son sorprendidos por anchos ríos que recorren toda la extensión y una variada fauna que encuentra refugio en el lugar: desde grandes animales (como el jaguar, la anaconda y el águila harpía) hasta otros más pequeños (como el leoncillo o mono de bolsillo).

Según el organismo ecuatoriano, existen en el lugar 204 especies de mamíferos, 610 especies de aves, 121 de reptiles, 150 de anfibios y más de 250 especies de peces.

“Para cualquier persona enamorada de la naturaleza, es como ser un niño en una juguetería”, señala al hablar sobre este parque el biólogo, conservacionista y fotógrafo medioambiental Lucas Bustamante en un artículo publicado por National Geographic US en abril de 2024.

Parque Nacional del desierto Florido (Chile)

Cerca de cumplir un año bajo la figura de parque nacional (fue establecido como tal en junio de 2023) el Parque Nacional del Desierto Florido, en Copiapó, en la región de Atacama (cerca de la costa norte de Chile) busca proteger la biodiversidad del lugar y el fenómeno de floración.

Tal como explica un artículo del gobierno chileno, cada cierto tiempo el desierto de Atacama, el más árido del mundo, se cubre de una “alfombra” de flores. “La manifestación florística que ocurre en el lugar, cuando las lluvias superan cierto umbral, a causa del fenómeno de El Niño, permite que semillas, bulbos y rizomas rompan su estado de latencia, emergiendo plantas de variadas características y flores multicolores”.

Un artículo de la Pontificia Universidad Católica de Chile explica que, para que las semillas endémicas que se encuentran en estado de “dormancia” despierten, deben coincidir varios factores: al menos quince milímetros de agua, una temperatura más cálida y condiciones de luminosidad precisas.

“Se trata de una floración efímera, de vida muy corta, en torno al cual surge una gran cantidad de especies: aves, insectos, reptiles, roedores. Todo ello está relacionado”, asegura Ana María Mujica, profesora de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, en el artículo de la universidad.

Un alto valor biológico y genético 

Además de ofrecer vistas impresionantes, el fenómeno presenta un alto valor biológico y genético gracias a la gran cantidad de especies endémicas, destaca el gobierno chileno. Entre las plantas que se pueden encontrar durante el fenómeno, la universidad chilena menciona: patas de guanaco, añañucas amarillas y naranjas y suspiros de campo blanco.

Estos eventos suelen producirse entre septiembre y mediados de noviembre (la primavera del hemisferio sur). Tal como recoge un artículo de National Geographic, en los últimos 40 años se han producido en Atacama unas 15 superfloraciones.

Pero este parque nacional, de unas 57 000 hectáreas, ofrece mucho más que hermosas vistas de las floraciones. Como describe NatGeo, los viajeros pueden explorar la escarpada costa sur de Atacama. Además, hay una oportunidad para los aficionados de la astronomía, quienes tienen la posibilidad de disfrutar de los brillantes cielos nocturnos que permiten echar un vistazo a la galaxia.

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