En la víspera del cierre de inscripciones para los comicios de agosto, Evo Morales sufre un duro revés y, prácticamente, queda fuera de la competencia electoral. El exmandatario, que gobernó Bolivia desde 2006 hasta 2019, intentó registrar su candidatura por un pequeño partido que perdió su personalidad jurídica y fue rechazado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Sus seguidores ya adelantan movilizaciones en rechazo a lo que consideran un atentado contra la democracia.
Wilma Alanoca, representante de Morales, fue impedida de ingresar al TSE, que permanecía con severo operativo policial. Desde el entorno del expresidente denunciaron que la exclusión responde a “trampas” y “violación de derechos” por parte del oficialismo, en medio de una controversia que refleja la lucha interna por el control del partido Movimiento al Socialismo (MAS). La personería legal del Movimiento Nacionalista Revolucionario (PAN-BOL), el partido con el que Morales pretendía presentarse, fue cancelada días atrás por no alcanzar el mínimo del 3% de los votos en las últimas elecciones.
Este escenario agudiza la tensión en Bolivia, que ya vive un clima de confrontación política y social. Morales, que remarcó que seguirá luchando contra lo que llama “un complot judicial” para impedirle participar, advierte sobre un intento de frenar su retorno a la política activa. A pesar de ello, el exmandatario continúa recluido en el Chapare, región cocalera del centro del país, bajo vigilancia y con restricciones para abandonar la zona, en medio de acusaciones por presunto enriquecimiento ilícito y otros casos pendientes.
Crisis política y divisiones internas en el MAS
Las disputas internas por la sucesión en el MAS y la influencia de Morales han puesto en jaque la hegemonía del partido que gobernó durante casi dos décadas. Luis Arce, actual presidente, anunció que declina a la reelección y respalda a Eduardo del Castillo como candidato, en medio de un contexto económico adverso y una fuerte recesión que devasta la economía boliviana. La situación ha generado una fuerte pérdida de apoyo popular para el oficialismo.
Por su parte, Morales continúa buscando alternativas electorales. Sin embargo, la imposibilidad de inscribir su candidatura por un partido en franca caída complica sus chances. Además, en la misma línea, la candidatura de Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, también enfrenta impugnaciones judiciales. Rodríguez, líder originario del Chapare y opositor al oficialismo, denuncia presiones que evidencian una creciente subordinación de las instituciones judiciales a las políticas del gobierno.
Un panorama electoral polarizado y marcado por la crisis económica
El escenario político en Bolivia se presenta altamente polarizado, con al menos cuatro candidatos en la carrera, entre ellos figuras tradicionales como Jorge Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, quienes encabezan las preferencias de un electorado movilizado por la incertidumbre y el malestar social. La crisis económica — con escasez de divisas, fuerte inflación en alimentos y combustibles — agravada por la pandemia y la inestabilidad política, complica aún más la gobernabilidad futura.
Las encuestas anticipan un proceso electoral sin mayor claridad de mayorías, donde la competencia puede profundizarse en un escenario de confrontación. El futuro gobierno deberá afrontar no solo la recuperación económica, sino también la cohesión social y el fortalecimiento institucional en un país que atraviesa un momento complejo y de alta tensión política.
Con información de RFI