La docente Laura Castro recordó el día en que, con apenas 14 años, el bonaerense habló con total seguridad de su deseo de convertirse en piloto profesional.
Hace más de dos décadas que Laura Castro enseña Prácticas del Lenguaje en el Colegio del Pilar. Fue allí donde conoció a un joven Franco Colapinto, durante una evaluación oral que terminó revelando el anhelo más profundo del piloto. “Trabajé en un proyecto de monografías. Ese fue mi primer acercamiento a Franco, dentro de una instancia evaluativa. No sabía quién era, tenía apenas 14 años. En estas presentaciones, los estudiantes exponen temas ligados a sus intereses personales o académicos”, relató la docente en una entrevista con Super Deportivo Radio.
Durante ese examen, Colapinto habló sobre su experiencia en Italia, donde vivía solo en un taller mecánico, enfrentando un idioma y una cultura completamente nuevos.
“Relataba todo eso con una pasión que te hacía vivirlo con él. Cuando finalizó su exposición, estaba junto a otra colega, y le pregunté: ‘Franco, ¿cuál es tu sueño?’ Y me contestó: ‘Quiero llegar a la Fórmula 1’”, recordó Castro, visiblemente emocionada.
Más allá de los logros deportivos, el joven piloto también se propuso completar su educación secundaria, una meta que había quedado pendiente por sus compromisos profesionales. “Franco, debido a su carrera, no había finalizado la escuela y tenía varias materias por rendir, entre cuatro y cinco”, explicó Castro, quien siguió de cerca el proceso.
En 2023, Colapinto retomó el contacto con el colegio para ponerse al día con sus obligaciones académicas. “Se comunicó con la institución, pidió los contenidos y, tras realizar los trabajos prácticos, se presentó a rendir los últimos exámenes finales que le faltaban”, detalló su exprofesora.
Un diploma con valor sentimental
Finalmente, en diciembre, Colapinto regresó al colegio como un exalumno más para cerrar un ciclo importante. “Fue con su representante, se le habilitó una mesa especial para que pudiera rendir. Se sacó fotos, saludó a todos… Yo no fui porque me daba un poco de vergüenza”, confesó Castro.
Aunque no estuvo presente, la docente recibió un gesto que guarda con cariño. “Me dejó un recuerdo muy especial: firmó uno de los diplomas con su autógrafo. Ese detalle habla mucho de quién es Franco como persona”, concluyó.
Publicado originalmente en La Gaceta