El próximo domingo 26 de octubre, las elecciones legislativas volverán a poner en práctica uno de los mecanismos más importantes —y menos comprendidos— del sistema electoral argentino: el método D’Hondt, una fórmula matemática que define cómo se reparten las bancas entre los partidos según los votos obtenidos.
El sistema D’Hondt fue creado a fines del siglo XIX por el matemático belga Víctor D’Hondt, con el objetivo de garantizar una representación proporcional en los cuerpos legislativos. En la Argentina, se utiliza para la elección de diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales municipales, pero no para senadores, donde rige un criterio mayoritario.
Su principio es simple: reflejar de la manera más justa posible la voluntad popular, evitando que las fuerzas mayoritarias se queden con todos los escaños y permitiendo que los partidos más pequeños también tengan representación.
Según el Código Nacional Electoral, solo participan del reparto aquellas listas que superen el 3% de los votos válidos emitidos en el distrito correspondiente.
Cómo se hace el reparto
El procedimiento consiste en dividir el total de votos de cada lista por 1, 2, 3, 4, 5, y así sucesivamente hasta alcanzar el número de bancas que se deben distribuir. Luego, los resultados —llamados cocientes— se ordenan de mayor a menor, y las bancas se asignan a las listas con los valores más altos, hasta completar la cantidad de escaños disponibles.
Ejemplo: cinco bancas en juego
Si en una provincia deben distribuirse cinco bancas y los resultados son los siguientes:
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Partido A: 150.000 votos
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Partido B: 120.000 votos
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Partido C: 100.000 votos
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Partido D: 30.000 votos
Cada total se divide hasta cinco veces:
A: 150.000 / 75.000 / 50.000 / 37.500 / 30.000
B: 120.000 / 60.000 / 40.000 / 30.000 / 24.000
C: 100.000 / 50.000 / 33.333 / 25.000 / 20.000
D: 30.000 / 15.000 / 10.000 / 7.500 / 6.000
Al ordenar los cocientes, los cinco más altos son:
150.000 (A), 120.000 (B), 100.000 (C), 75.000 (A) y 60.000 (B).
De esa forma, el Partido A obtiene dos bancas, el Partido B también dos, y el Partido C una. El Partido D queda fuera del reparto por no alcanzar la cifra repartidora.
Entre la matemática y la política
El método D’Hondt equilibra la representación entre las distintas fuerzas, pero en la práctica favorece levemente a los partidos grandes, ya que sus primeros cocientes son más altos. Pese a las críticas, su aplicación permite mantener un Congreso proporcional, donde cada voto cuenta y las minorías logran tener voz.
Desde la restauración democrática, el sistema sigue siendo una pieza clave del engranaje electoral argentino y su resultado define, cada dos años, la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional.
