Reuters
Será la tercera vez que Kast compita por la presidencia, y la primera en la que logra imponerse. Su victoria significa el mayor corrimiento hacia la derecha desde el retorno a la democracia en 1990. El dirigente ha expresado en reiteradas ocasiones admiración por el ex dictador Augusto Pinochet.
En su primer discurso como presidente electo prometió un país libre de “crimen, angustia y miedo”.
“Vamos a buscar a los delincuentes, encontrarlos, juzgarlos y encerrarlos”, aseguró desde Santiago, ante seguidores que celebraban envueltos en banderas chilenas y con gorras rojas que imitaban el lema trumpista “Make Chile Great Again”.
Durante toda la campaña, Kast insistió en que Chile está descendiendo en desorden e inseguridad. Propuso medidas de alto impacto: un muro fronterizo con Perú y Bolivia, cárceles de máxima seguridad, deportaciones masivas y severos recortes del gasto público.
Aunque Chile continúa siendo uno de los países más seguros de Sudamérica, la percepción social cambió. Un aumento de la inmigración y algunos episodios de crimen organizado reforzaron el clima de preocupación que Kast capitalizó con éxito.
Sus críticos sostienen que se trata de un diagnóstico exagerado. Incluso estudios recientes muestran que los extranjeros cometen proporcionalmente menos delitos y que la tasa de homicidios está bajando.
Pero la percepción pesó más que los datos.
“Nos estamos convirtiendo en Colombia”, dijo un votante citado por la BBC. Otro lamentó que el país haya perdido la “tranquilidad” que recordaba de décadas pasadas.
La candidata derrotada, Jeannette Jara, era vista por muchos como la continuidad del presidente saliente Gabriel Boric, cuya imagen cayó fuertemente en los últimos meses. Tras la derrota, Jara reconoció el resultado:
“La democracia habló fuerte y claro”, escribió, deseando “éxito por el bien de Chile”.
Algunos de sus votantes temen un retroceso hacia el pasado autoritario del país.
“Kast viene de una familia que apoyó a Pinochet. Viví esa dictadura y fue brutal”, dijo un elector citado en la crónica original.
Kast también adelantó una orientación económica alineada al libre mercado. Prometió achicar el Estado y desregular sectores, posiciones que se espera sean bien recibidas por inversores.
En temas sociales, mantiene posturas duras: es opositor al aborto incluso en casos de violación y crítico de políticas ambientales impulsadas en los últimos años.
Esta fue la primera elección presidencial con voto obligatorio y registro automático, lo que llevó a muchos ciudadanos a elegir lo que consideraban “el mal menor”.
“Chile necesita un cambio”, dijo un votante.
“Los dos candidatos eran extremos opuestos”, agregó otra.
La victoria de Kast se suma a otros triunfos recientes de derecha en América Latina, como los de Argentina, Ecuador, Costa Rica y El Salvador. El dirigente asumirá el 11 de marzo de 2026.
En campaña llegó a advertir que los migrantes irregulares “deberían irse antes de esa fecha si quieren alguna posibilidad de volver”.
Chile se prepara ahora para una transición marcada por debates sobre seguridad, economía y derechos civiles.
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