Probablemente todos conozcamos a alguien, generalmente de una edad relativamente avanzada, que alguna vez tuvieron perros, que se alimentaban de sobras y que vivían afuera de la casa, muchas veces atados, a quienes le daban cariño, pero la división era tajante: el animal por un lado, las personas por el otro.
En nuestra generación millennial, se produjo un muy afortunado cambio de chip, en el que nuestras mascotas se convirtieron en nuestros compañeros incondicionales, parte de la familia, en quienes muchas veces gastamos de más para verlos cómodos y felices (aunque prefieran jugar con el rollo del papel higiénico antes que con el nada barato juguete), extrañamos horrores cuando no los vemos por un par de días, y muy probablemente, la primera cara que vemos al llegar a casa, con una felicidad incontenible, y la última que vemos al salir, con una mirada que te hace querer quedarte.
Un ejemplo claro ocurre con el idioma inglés, ya que en su momento, nuestros teachers nos enseñaban que el pronombre “it” se usaba para cosas o animales. Sin embargo, hoy en día es casi unánime entre los angloparlantes, referirse a sus mascotas como “he” o “she”.
Dándole crédito a los adultos mayores de los que hablé antes, por suerte el cambio de paradigma también les llegó, y a veces es drástica la diferencia entre el trato con sus mascotas hace 20 años y ahora.
Igualmente, esta introducción sirve para entender un fenómeno cada vez más común, y que se ve reflejado en el análisis realizado hace unos meses por la aplicación DogHero (para encontrar una guardería para tu mascota en una casa de familia, tipo un AirBnB canino), que sobre más de 16.000 perros registrados, determinó que los nombres de más populares entre machos son Milo, Rocco, Simón, Teo y Felipe, y entre hembras, Lola, Luna, Olivia, Mora y Nina.
Como podrán darse cuenta, casi todos ellos son nombres tradicionalmente reservados para los humanos. Incluso entre las mascotas de nuestro equipo podemos encontrar a Nelson, Zac, Jorge, Maggie, Lucy y Mila.
Zac, y esa mirada con la que consigue lo que quiere
Muy probablemente, un par de décadas atrás, ese ránking hubiera estado dominado por nombres como Bobby, Sultán, Toby, Patán, Terry o Luky, sin embargo, esta mayor empatía por nuestros compañeros muy probablemente trajo como consecuencia la difusión de esa línea que mencioné en el primer párrafo, y la incorporación (o en este caso, casi total reemplazo) de nombres de personas. No es raro hoy en día, ir a la Costanera, al Parque de las Naciones o a cualquier plaza de cualquier ciudad, y escuchar “Tomás”, “Mara”, “René”, “Clarita”, “John” o “Alma”, y ver que quien responde a ese nombre es un perro.
En algún momento también, era muy común llamar a los hijos en honor a algún famoso o personaje querido (Diego Armando, Gabriela, Martín Miguel, Juan Domingo, Lionel, y hace no mucho, hasta Onur). Actualmente, muchas veces se guardan el merecido homenaje para la mascota, y sin ir más lejos, por ejemplo, el vecino de un amigo, cuya orientación política desconozco y no resulta evidente bajo ningún aspecto, llamó a sus perritos “Néstor” y “Cristina”.
Aclaremos que en la nota me refiero principalmente a nuestros amigos caninos, pero entran en la lista todos los animales que elegimos (o nos eligen) como compañía por unos hermosos años. Gatos, aves y peces, todos se aggiornaron y cada vez en mayor medida tienen nombres de personas.
Y tu/s mascota/s, ¿cómo se llaman?