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Para el actual gobierno griego no hay muchos ardides posibles. Imposibilitado de utilizar los mercados de capitales y dependiente de la ayuda internacional, los altos funcionarios de este país asolado por la deuda son como acróbatas en la cuerda floja, ocupados en calmar a la vez las insaciables demandas de los acreedores y a los ciudadanos, siempre a un paso del shock.

Pocos lo sienten tanto como Stergios Pitsiorlas, director de la agencia de privatización de Grecia. La cartera de activos de la agencia, disponible en Internet, incluye un catálogo de playas, islas, hoteles boutique, campos de golf, sedes olímpicas y propiedades históricas en Plaka, en montañas cercanas a la Acrópolis. Bien podría ser el catálogo de la escenografía de una película, pero es el listado de los bienes que Atenas necesita vender con suma urgencia.

La lista crecerá en los próximos meses, al mismo tiempo que se empieza a definir un “súper fondo”, para acelerar la venta de los servicios públicos y propiedades del Estado en problemas. Impuesto con el acuerdo europeo de la semana pasada para desembolsar otros 10.300 millones de euros a cambio de más reformas, el súper fondo aumenta en gran medida la desinversión de capitales del Estado. Más de 71.000 bienes de propiedad pública serán transferidos a la entidad paraguas en lo que será el programa de privatización más grande del continente europeo.

A siete años del comienzo de la crisis financiera de Grecia, que parece no tener fin, los prestamistas ya no se arriesgan. La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que hasta la fecha han invertido en Grecia más de 250.000 millones de euros en tres rescates diferentes, exigen que la organización opere durante 99 años.

Los griegos han reaccionado con furia y desprecio. Ven la creación de ese fondo como el punto más bajo en la lucha épica de Grecia por mantenerse dentro de la eurozona. Para muchos, es la depredación total. Otro golpe más a su dignidad justo cuando el país pasa por una época de desempleo, pobreza y sufrimiento sin precedentes. Según los ciudadanos, por este camino sólo la Acrópolis seguirá siendo griega.

Los aeropuertos griegos, uno de los mayores activos del país. EFE

“No hay nada que no vayamos a entregar”, asegura Maria Ethymiou, la dueña de un pequeño negocio que sintetiza el ánimo de la población. “Los alemanes se van a llevar todo. Sé que hasta las playas están en venta. ¿Esta es la Europa que queremos? ¿Esta es la Europa unida de nuestros sueños?”.

Pelear contra la indignidad

Pitsiorlas, veterano de izquierda y abogado de formación, está al tanto de las críticas. Syriza, el partido gobernante que él ayudó a fundar tras su primera formación (llamada Synaspismos, o la coalición de izquierda) perdió un diputado hace poco, cuando el Parlamento votó el proyecto de ley múltiple que estipulaba los detalles del súper fondo.

Desde entonces los diputados (que por lo demás cerraron filas para aprobar la legislación) han descrito al proyecto como “un delito”. La oposición ha argumentado que efectivamente hipoteca al país por generaciones sin ninguna garantía de que los acreedores extranjeros vayan a ocuparse de manera eficaz de la difícil deuda de 320.000 millones de euros.

“En algunos aspectos, los críticos tienen razón. La verdad está en algún lugar a mitad de camino entre ambas posiciones”, explica Pitsiorlas a The Guardian. “Pero hay una indignidad mucho peor, la de ser forzado a depender de los prestamistas extranjeros. Si, como buen partido de izquierda, queremos ayudar a los trabajadores, que no se recorten los salarios ni las pensiones, y que no aumenten los impuestos, tenemos que encontrar dinero en otra parte; debemos desarrollar nuestra economía”.

Las privatizaciones han sido el centro de los programas de rescate de Grecia. Pero desde el principio han generado discordia y problemas. Desde que a mediados de 2010 el país recibió 110.000 millones de euros de ayuda por primera vez (en ese momento, el rescate financiero más grande la historia), Atenas ha recaudado apenas 3.500 millones de euros gracias a la venta de bienes, una cifra a años luz de los 50.000 millones de euros establecidos originalmente por los acreedores.

Una protesta contra las medidas de austeridad del Gobierno. EFE

Los grandes culpables han sido la resistencia ideológica, la falta de interés de los inversores y los obstáculos burocráticos. Pitsiorlas, el sexto director del fondo, podría ser la persona que revierta ese proceso. La semana pasada, el responsable del fondo predijo que la venta de una de las piezas clave de las propiedades inmobiliarias de Grecia, el antiguo aeropuerto Hellenikon en Atenas, concluirá en junio y significará un incremento en los ingresos de las ventas estatales de más de 2.000 millones de euros para 2016.

Para 2018, Pitsiorlas calcula que la liquidación de activos podría ingresar 6.000 millones de euros. El gobierno de Tsipras, que en un principio se oponía a la venta de los dos puertos principales del país (el del Pireo y el de la ciudad de Salónica), ha relanzado las privatizaciones luego de que en agosto se acordaran los términos del tercer rescate para Grecia: 86.000 millones de euros.

En abril, el gobierno de Tsipras aprobó la oferta del gigante chino de transporte marítimo Cosco para quedarse con el 67% del puerto del Pireo. Por otro lado, el operador de transporte alemán Fraport ha ganado la licitación para operar 14 aeropuertos regionales (incluidos algunos en destinos turísticos populares como Miconos, Santorini y Corfú) durante los próximos 50 años. “El estado en que se encuentran nuestros aeropuertos en islas como Santorini es una vergüenza nacional”, dice Pitsiorlas. “¿Por qué no mejorarlos? No se los van a quedar para siempre y cuando vuelvan a estar en nuestras manos, los aeropuertos estarán en mejores condiciones”.

Las islas y también los bancos

El franco director de privatizaciones de Tsipras se ha ganado los elogios de las personas menos pensadas. Según Dimitris Kerides, profesor de ciencias políticas en la Universidad Panteion de Atenas y cercano al partido opositor de derecha Nueva Democracia, “si el primer ministro Alexis Tsipras quiere sobrevivir en el mundo de la política, hacer un giro de 180 grados y pasarse definitivamente a la izquierda, debe hablar el idioma de los negocios, de la inversión, del crecimiento y de la extroversión”. “Pitsiorlas favorece a los negocios. Es capaz y tiene confianza en sí mismo. Para la derecha, es el mejor de todos los políticos de izquierda”.

El objetivo del fondo, que también incluirá acciones de corporaciones públicas y de bancos propiedad del Estado, es facilitar las privatizaciones permitiendo que continúen las ventas de bienes inmuebles sin que los ministros teman ser acusados de fraude. La lista, que incluye más de 500 islas y largos tramos de la impoluta costa griega de 16.000 kilómetros, será publicada en detalle dentro de los próximos meses.

Pero el temor principal es que el gobierno esté a punto de embarcarse en la liquidación de las joyas de la abuela a precios extremadamente bajos. Pitsiorlas lo niega y dice que las empresas de servicios públicos, como la de luz, no serán privatizadas: “Hay muchos malentendidos y confusiones. Por ejemplo, en los libros, figuran hoteles que los bancos han confiscado. ¿Por qué el Estado debería oficiar de hotelero?”.

Según Pitsiorlas, y “siguiendo la misma línea, ¿por qué el Estado debería pagar miles de euros anuales por el alquiler de los hangares que albergan dos aviones Airbus que nunca van a volar?”: “Tenemos que salir del lugar en el que estamos. El acuerdo de la semana pasada ofrece un rayo de esperanza, pero tenemos que apurarnos y hacer los cambios que sean necesarios rápidamente”.

 

 

 

 

Fuente: eldiario.es
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