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Ana Cararsco se convirtió en la nueva referencia del deporte femenino a nivel mundial al ganar el campeonato del mundo de Supersport 300. Es la primera mujer que gana un título mundial de motociclismo.

Ana Carrasco

Hace un año, en el circuito de Portimao, Ana Carrasco logró su primera victoria en la nueva categoría de Supersport 300. Fue un triunfo que pasó prácticamente desapercibido más allá de los medios especializados. Un año más tarde, Carrasco, después de ganar un par de carreras más y liderar el campeonato casi desde su inicio, se proclama campeona del mundo de Supersport 300. Y esta vez la noticia dará la vuelta al mundo.

Carrasco logró el título de manera épica, por solo un punto de diferencia sobre el también español Mika Pérez y tras salir desde la 25ª posición en el circuito francés de Magny-Cours. Durante muchas vueltas tuvo perdido el título. Pérez y el neerlandés Scott Deroue luchaban por las primeras plazas mientras Carrasco rodaba al final del pelotón, la 20ª posición. Pero a ocho vueltas del final, todo empezó a cambiar. Deroue sufrió una avería y Carrasco comenzó su remontada. A cinco vueltas para el final aún era 19ª, pero logró cruzar la meta 13ª y sumar los puntos necesarios para superar a Pérez en un punto, que terminó segundo.

El triunfo de la piloto oriunda de Murcia es mucho más importante y trascendente de lo que a primera vista puede parecer. El deporte femenino siempre ha estado segregado del masculino. Las competiciones de motor son, seguramente, las únicas en las que las mujeres y los hombres compiten en igualdad de condiciones, sobre el mismo terreno y con las mismas armas. Por eso el título de Ana Carrasco marca una nueva referencia en la historia del deporte, y pasará a la posteridad como la primera mujer que gana un campeonato en disputa abierta con los hombres. Ana forma parte de una generación de nenas que se enfrentaron sin complejos a un deporte que años atrás parecía destinado exclusivamente a los hombres.

Desde los cuatro años montó en moto, y en cuanto pudo compitió. Con 14 ya estaba en el CEV, puntuando, y en 2013 debutó en el Mundial de Moto3, donde logró una octava posición como mejor resultado. Es, después de las de Rinne e Igata, la mejor clasificación de una mujer en un gran premio. Los dos siguientes años fueron duros, con resultados pobres y un paso discreto por Moto3. Recogió velas y se concentró en el FIM CEV, pero corriendo en Moto2, donde tampoco le acompañó la fortuna.

Una situación así no resulta fácil para ningún piloto, y con frecuencia es sinónimo de declive, una palabra terrible cuando sólo se tienen 19 años. Ana Carrasco no se rindió. La nueva categoría de Supersport 300, encuadrada dentro del Mundial de SBK, el campeonato para motos derivadas de serie, le dio una oportunidad de reinventarse. Alejada de la atención mediática, con resultados discretos al inicio, pero totalmente confiada en sus posibilidades, Ana fue creciendo poco a poco en el campeonato.

Para algunos no dejaba de ser una exótica presencia en el campeonato mundial de velocidad más “chico” que existe, pero basta con ver cómo son las carreras de SSP 300 para darse cuenta de que, aunque se trate de las motos menos potentes, también es la categoría más abierta y disputada. 

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