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El Tribunal Oral Penal de Paso de los Libres condenó este jueves a un pastor evangélico a siete años de prisión por abusar sexualmente de una adolescente de 16 años en un hecho ocurrido en 2020 en Mocoretá. La causa, caratulada N° 18/25, lo acusa del delito de **abuso sexual simple agravado por su condición de ministro de culto**, previsto en el artículo 119 del Código Penal.

El juicio, presidido por el juez Marcelo Manuel Pardo y con la participación de los vocales Marcelo Fleitas y Agustín Gatti, destacó que la víctima no pudo dar consentimiento libre y consciente, no solo por su minoría de edad sino por la relación de poder, manipulación y engaño basada en el vínculo espiritual que el pastor ejercía sobre ella.

El hecho

En el fallo se detalló que el delito ocurrió en 2020, cuando el acusado, aprovechando su posición de líder religioso y la confianza que la familia y la víctima tenían en él, la citó en el templo con el pretexto de “orar” para liberarla de un supuesto mal. Durante esa supuesta ceremonia, actuó sin consentimiento y tocó sus partes íntimas mientras la adolescente estaba sola y sin posibilidad de defenderse o entender claramente la situación.

Se acreditó además que, aunque aún no contaba con reconocimiento institucional formal, el acusado actuaba como líder religioso de la comunidad en Mocoretá, y usó esa autoridad para manipular y coordinar la situación. La sentencia resaltó la responsabilidad del Estado en prevenir y sancionar estos hechos, aplicando las normativas nacionales e internacionales que protegen a mujeres y adolescentes.

Argumentos del juez Marcelo Pardo

El magistrado Pardo explicó que la víctima no pudo consentir libremente, ya que actuó engañada por el poder simbólico del pastor: “La víctima, por el engaño y en la creencia inocente por su edad adolescente, proveniente de la autoridad de la iglesia a la que concurre, quien ejerce potestad religiosa intimidante al ser el máximo exponente, no pudo consentir libremente que se trataba de abusos sexuales sobre su cuerpo”.

Además, afirmó que el acusado se valió del rol de referente espiritual y del vínculo de confianza con la menor y su familia para perpetrar estos abusos. “El carácter de pastor lo da la ostentación y el ejercicio de la función, más allá de que el culto esté reconocido o no institucionalmente”, remarcó. También advirtió sobre el impacto emocional sufrido por la víctima, quien presentó intentos de suicidio y trastornos psicológicos severos a raíz del hecho.


Con información de El Litoral

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