El accidente ocurrió alrededor de las 17:15 (hora local), cuando la aeronave —un McDonnell Douglas MD-11F, con tres tripulantes a bordo— explotó tras el impacto, generando una enorme columna de humo negro visible desde varios kilómetros.
“Cualquiera que haya visto las imágenes sabe lo violento que fue este accidente”, declaró Beshear, advirtiendo que aún existen materiales inflamables y riesgos de nuevas explosiones.
El avión, que se dirigía a Hawái, transportaba 38.000 galones (más de 140.000 litros) de combustible, lo que provocó una explosión de gran magnitud al estrellarse contra dos empresas cercanas, entre ellas una recicladora de petróleo.
Dos trabajadores de uno de los negocios siguen desaparecidos, y las autoridades no descartan que el número de víctimas fatales aumente.
El impacto generó un incendio masivo que obligó a emitir una orden de refugiarse en el lugar en un radio de cinco millas alrededor del aeropuerto, la cual luego fue reducida a una milla a medida que avanzaban las tareas de contención.
La Administración Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) enviará un equipo a Kentucky este miércoles para investigar las causas del accidente. Hasta el momento, no se ha determinado qué provocó la falla, aunque se confirmó que el fuego se debió a la gran cantidad de combustible que transportaba la aeronave.
El jefe del Departamento de Bomberos de Louisville, Brian O’Neal, señaló que el derrame de combustible convirtió el sitio en “una situación extremadamente peligrosa”.
Las operaciones de vuelo fueron canceladas durante toda la noche y la zona del accidente permanecerá restringida por varios días, según indicó el jefe de la Policía Metropolitana, Paul Humphrey.
La empresa UPS informó que el avión llevaba tres tripulantes y que “aún no se han confirmado lesiones ni fallecimientos”, aunque reconoció estar “profundamente consternada” por el incidente y suspendió temporalmente las operaciones de su centro logístico Worldport, el más grande del mundo en manejo de paquetería aérea.
Por su parte, Boeing, fabricante del modelo MD-11, expresó en un comunicado que “está lista para asistir a su cliente” y que su preocupación principal “es la seguridad y el bienestar de todos los afectados”.
Louisville es considerada una “ciudad UPS”, ya que miles de sus residentes trabajan directa o indirectamente en la compañía. La concejal Betsy Ruhe aseguró que “toda la ciudad está conmocionada” y que muchos vecinos “están tratando de contactar a familiares y amigos para saber si están bien”.
El alcalde de Louisville, Craig Greenberg, calificó la tragedia como “un hecho que la comunidad nunca olvidará” y agradeció la labor de los bomberos y rescatistas que se enfrentaron al fuego para socorrer a las víctimas.
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