Un menor de edad disparó a voluntad en una escuela de secundaria en Santa Fe, una localidad a las afueras de Houston (Texas). Mató a al menos 10 personas e hirió a otras 10. La policía detuvo al asesino, Dimitrios Pagourtzis, de 17 años. Tenía un revólver y una escopeta que eran de su padre y habían sido compradas legalmente. Las autoridades encontraron explosivos en los alrededores del colegio y en la casa y vehículo del asaltante. La policía también arrestó a un sospechoso como cómplice.
Pagourtzis estudiaba en la escuela atacada, no tenía antecedentes penales y no estaba en el radar de la policía. El joven había escrito en diarios, su teléfono móvil y ordenador sobre sus planes de cometer un tiroteo y de suicidarse después, pero no tuvo el coraje para quitarse la vida. La incógnita más escalofriante es qué iba a hacer con los artefactos explosivos, que eran de fabricación doméstica e incluían un cóctel molotov.
El drama se desató a las 7:45 (hora local) cuando el joven empezó a abrir fuego poco antes de que empezaran las clases en el Santa Fe High School. Dos policías de la escuela respondieron a los disparos. Una alumna explicó a una televisión local que el atacante entró en su clase de arte y empezó a descerrajar tiros. Vio a una compañera de clase con la pierna ensangrentada. “Creíamos al principio que era un simulacro de incendio pero el profesor dijo: ‘Empezad a correr’”, afirmó. Muchos huyeron hasta resguardarse en un comercio enfrente de la escuela. Otros corrieron mucho más lejos.
El nuevo baño de sangre es el más grave desde que en febrero un estudiante, equipado con un rifle militar, mató a 17 personas en una escuela secundaria en Parkland (Florida). La masacre desató una ola de indignación en EE UU y el mayor debate nacional sobre las armas de fuego de los últimos años. Impulsados por la repulsa de los estudiantes de Parkland, cientos de miles de personas se manifestaron en marzo en grandes ciudades reclamando endurecer la compraventa de fusiles. Su lema era muy claro: “Nunca más”. Ese objetivo no se ha cumplido.
El de Texas es el tiroteo número 22 en colegios de EE UU en lo que va de año, según el recuento de la organización Gun Violence Archive. Considerando que han transcurrido 20 semanas, equivale a más de uno por semana. Cada día mueren alrededor de 93 personas por disparos en el país. Hay casi el mismo número de armas privadas que ciudadanos en un país de 325 millones de habitantes y que ampara el derecho a portar armas.