A ver, esto empezó porque hace unas semanas, una empleada en Filadelfia llamó a la cana porque había dos personas (de casualidad (?) afroamericanas) en un local de la red de cafeterías, haciendo algo impensado: No estaban comprando ni consumiendo sus productos. La cana vino, y los llevó presos. Una bellura todo, ¿no?
Ahí no termina todo, porque si algo hacen mal por lo general estas empresas que desesperadamente buscan mantener algo del espíritu de startup, es solucionar problemas, atender las crisis, pero acá lograron manejarlo de otra forma, la correcta: El CEO, Howard Schultz, fue hasta Filadelfia, le pidió disculpas en persona a los dos hombres que habían sido detenidos y además estableció una nueva norma para la empresa: Todo el mundo es bienvenido, compre o no, pero además anunció que cerrarán por un día 8.000 tiendas en Estados Unidos (el 29 de mayo) para una capacitación intensiva sobre prejuicio racial.
La compañía informó a los empleados estadounidenses el viernes, que las personas pueden reunirse en sus cafés y patios, incluso si no compran, y que los baños de la tienda están disponibles para todos.
“Cualquier persona que ingrese a nuestros espacios, incluidos patios, cafeterías y baños, independientemente de si hace una compra, se considera un cliente”, dijo Starbucks en un correo electrónico a los empleados.”
La política revisada de Starbucks sugiere un código de conducta para los visitantes de la tienda, que deben usar los espacios como se pretende, ser considerados con los demás y actuar con responsabilidad.
También dirige a los empleados a un procedimiento para tratar con los clientes que se comportan de una “manera disruptiva”, que incluye orientación sobre cómo abordar a los clientes problemáticos. Los empleados que son testigos de una situación que “presenta un peligro inmediato o una amenaza para la seguridad del socio o del cliente” todavía tienen instrucciones de llamar al 911.